Sleepy Hollow (la serie)

Hacía tiempo que no dedicaba unas líneas a alguna delicia televisiva, y dado que Sleepy Hollow cerró su segunda temporada recientemente, me ha parecido un buen momento para comentarla.

La serie se aleja bastante de la película que Johnny Depp protagonizara en 1999. De 2013, fue una de las nuevas adaptaciones de historias clásicas al tiempo contemporáneo. Así, como en Sherlock o Elementary, la serie trae los elementos de la ficción al siglo XXI, con la diferencia de que aquí se hacen alusiones al pasado.

De esta forma nos topamos a Ichabod Crane, capitán del ejército patriota de EE.UU. en la Guerra de Independencia, que halla la muerte en el campo de batalla a manos del Jinete de la Muerte. Sin embargo, su mujer, Katrina, le salva de perecer, dejándole en un sueño profundo durante doscientos años hasta nuestra época. Crane despierta en el soglo XXI donde conoce a Abbie Mills, de la oficinal del sherriff de Sleepy Hollow. Ambos se verán inmersos en la mayor guerra que ha visto la humanidad: la lucha contra el apocalipsis, y el demonio Moloch.

Bajo esta premisa tenemos una serie al estilo policíaca (como Castle), sólo que en los casos, Abbie y Crane deben enfrentarse a criaturas sobrenaturales, que tienen también su propio motivo de estar en la guerra. Además, Crane deberá asimilar su vida en nuestra época y conoceremos detalles del pasado, y que la historia americana no es como la han contado... al menos en el contexto de la propia serie.

Crane (interpretado por Tom Mison) se aleja del personaje de la película, y se convierte en un soldado, con habilidades y tendencias a recordar el pasado mientras se va haciendo con la vida del siglo actual, y aunque tiene ciertas excentricidades, no puede llegar a compararse con homólogos de otras series. Abbie (Nicole Beharie) se convierte en la compañera, la que tiene "los pies en el suelo". Sin embargo su personaje va más allá, y su relación con Crane viene desde tiempo atrás. Un personaje muy completo, y entre ambos se demuestra cierta química, aunque no terminan juntos. Una de esas (pocas) series que pueden poner la verdadera amistad entre un hombre y una mujer sin que "tenga que pasar algo más".

Pero no estan sólos. Orlando Jones interpreta a Frank Irving (por coincidencia o adrede, el mismo apellido de Washington Irving, autor del libro original "La leyenda de Sleepy Hollow"), jefe del departamento de policía, y muy escéptico al principio, aunque no tarda en darse cuenta de que algo no anda vien en el pueblo de Sleepy Hollow. Katia Winter es Katrina Crane, la mujer de Ichabod, atrapada en el purgatorio por Moloch, y desde ahí intenta ayudar a su marido a completar la tarea que le ha sido encomendada. Y, recurrentes en la primera temporada, y ascencidos a principales en la segunda, tenemos a Lyndie Greenwood como Jenny Mills, la hermana de Abbie, y que desde hace años subre las consecuencias colaterales de la guerra entre el bien y el mal; y también a John Noble (aquí muchos aplauden) como Henry Parish, un devorador de pecados, que también sabe más de lo que aparenta.

Como todas las series de este estilo, muchos episodios parecen tener relleno, pero las tramas, en mayor o menos medida, avanzan en todos los episodios. De esta forma tenemos la primera temporada, en la que Crane y Mills hacen todo lo que pueden para detener el plan de Moloch, y empiezan a descubrir todo lo relacionado con su pasado y su presente en la guerra. La segunda temporada nos muestran su pelea constante contra Moloch, que ha encontrado la forma de entrar en nuestro mundo, con un aliado imprevisto. A través de estos episodios descubiremos monstruos de la historia, así como algunos capítulos "apócrifos" de la Biblia. Unos textos que sería interesante estudiar.

Una serie buena para ver. De 13 episodios la primera temporada y 18 la segunda, merece la pena. El final de la primera temporada vaticinó una segunda, que ha cerrado con un final abierto. Podría quedar ahí, con un episodio final de broche de oro, o continuarla. En cuyo caso, habría que esperar que no la destrozaran... o fingir, simplemente, que no existe tal continuación. Pueden quedar historias por contar... pero hay que hacerlo bien, sin que se erosione la serie. En cualquier caso, a día de hoy, se disfruta de verla. Y si os gustó la película, os puedo asegurar que la serie puede disfrutarse de la misma forma.

Televisión, anime, contenidos, y tal

Hace ya algún tiempo (finales de 2013) estuve comentando el anime de "To Aru Majustsu No Index" y su spin-off "To Aru Kagaku No Railgun". Me encantó y ahora he decidido ponerme a ver las segundas temporadas de ambos animes. En la línea general, los personajes se mantienen.

En primera línea quiero destacar a Shirai Kuroko, personaje del spin-off que es lesbiana. El personaje desde su origen roza ser pervertida. Si nos ponemos con Touma Kamijou, el protagonista de la original, pelea (físicamente, con los puños) contra sus enemigos, pues su mano derecha puede anular sus magias. En el episodio más reciente que he visto, golpeó a una enemiga (lo recalco, mujer) en la mejilla, dos veces.

Aquí ya es cuando llega el Estado Censor y la prohíbe, ¿no? Lo primero, por homofobia, lo segundo, por violencia de género. Y ya está, a otra cosa, no pasa nada más. Así funcionamos cuando algo ya puede dar según qué imagen.

Pues yo voy a ir más allá. Lejos de la obsesión enfermiza que tiene Kuroko por su compañera de habitación, entre ambas hay forjado un vínculo de amistad indestructible. ¡Coño, lo que se llaman valores positivos! Vayamos con el otro: se estaba enfrentando a un grupo con el fin de proteger... ¡joder, a una chica! cuando las soldados de ese grupo estaban intentando matarla. Cómo ha cambiado el trasfondo de golpe. Cambia, pero ya no podemos sacarnos el prejuicio de la cabeza. Esas cosas no están bien y deben prohibirse.

Y ya no me limito a este anime, el concepto general de la animación japonesa es mirada con lupa en España practicamente. Para ver si podemos prohibirlo, ojo. Ejemplos claros: Dragon Ball. Etiquetado muchas veces como un anime violento (siendo censuradas multitud de escenas en las fronteras del país), cuando en el trasfondo tenemos al personaje de Goku, que lucha por el bien, y que es capaz de pelear al lado de sus enemigos, y hacerse amigo de los mismos. ¿Cuánta gente debería aprender eso? ¿No son acaso unos valores positivos para la gente? De Pokémon he llegado a leer que "¿cómo va a ser bueno unos dibujos en los que la gente usa a sus animales para pelear?". Sin palabras me quedo.

Obviamente me tengo que estar refiriendo al público infantil. Un público adulto y maduro mentalmente puede ver esto sin necesidad de ir pregonando que se hace apología de cualquier cosa. Pero claro, tenemos que pensar en los niños, ¿no? Pues pensemos en condiciones. Con dos dedos de frente.

Hemos llegado al punto en que los niños deben estar como "aislados" del mundo adulto. Es extremista. Ni una palabra fuera de lugar, unos dibujos animados que me da que les atontecen más de lo que les peudan educar. Señores, que yo la infancia la pasé hace no mucho. Y he crecido viendo en la tele series como Digimon, o con Doraemon (con las correspondientes escenas subidas de tono de Sizuka) o partiéndome el pecho con las salidas de tono de ShinChan (unas risas que a día de hoy sigo consiguiendo gracias a las reposiciones de Neox por las mañanas). Y no se... Estudio, soy un ciudadano normal, no voy quemando containers o agrediendo mujeres o chutándome farlopa... En resumen, que pese haber visto esas "incitaciones a la violencia" o cosas similares que puedan etiquetarse, no han influído en mi. Carezco de sentimientos racistas o machistas (otra cosa es que una persona de otro país o una mujer no me puedan caer mal, que los hay. Pero también españoles y hombres, como todo).

Tampoco voy a decir que se lo debo a lo que vi de niño. Al contrario, todo se lo debo al ambiente en que me crié. Vale que hay gente se es más influenciable que otra. Pero se está atacando un género que queda desconocido, y se prefiere pintar "un mundo de color de rosa" para los niños cuando en los dibujos que veía de niño se podía ver una ficicón quizá más aproximada a la realidad, que puede animar a luchar contra las adversidades. Es la impresión que tengo, debo añadir que me siento viejuno por escribir post como este en este tono.

Esto puede quedar censurado en los próximos meses.
Sin venir a cuento.

Por cierto, estas absurdeces han llevado a, en las próximas reformas del código penal, a considerar pornografía infantil cualquier dibujo en que alguien se pueda ser confundido con un menor de edad aparezca desnudo. Falta la aprobación por el Senado. Pero es que tengo que echarme a reír. He hecho la mención antes adrede: Doraemon. En muchos episodios, la típica ráfaga de viento, le levantaba la falda a Sizuka. En otro buen puñado de episodios, por errores de Nobita, aparecía ella en la bañera, escandalizándose y avergonzandose de que la vieran (también hay que decirlo, qué obsesión la de la chica por bañarse; espero que su gel fuera con PH neutro). De acuerdo a esa nueva ley... Doraemon sería ilegal. O al menos esos episodios. De una serie infantil, que se ve desde ojos inocentes, sin la maldad que tenemos los adultos. Pero así van a pintar la ley. Otro ejemplo pasaría con ShinChan... La duda que me asalta, ¿si sólo enseña el culo es ilegal también o debe ser nudismo por completo? Y podríamos revisar un amplio catálogo de animes (y los manga que publican las editoriales en nuestro país: que se preparen) e ir censurando. Y debo decirlo: me parece una falta de respeto comparar un DIBUJO con imágenes o videos de GENTE REAL. No son equiparables. O no deberían serlo al menos. Es la diferencia entre la ficción y la realidad.

Eso sí, luego se pueden emitir novelas en las que la mala malísima se va cargando y hace sufrir a los demás (hasta que al final, después de 300 capítulos) termina perdiendo, o poner una corte de gente respetable que se llaman de puta para arriba. Eso no hay ningún problema con ello, claro que no. O toros, ya que estamos. Total, como dice cierta presentadora de La 1, eso es como la acupuntura, ¿no? Eso puede emitirse toda la tarde que no genera nada de violencia, ni discriminaciones, y nos enseña a ser todos amigos del alma.

Así nos luce el sol. Que pena.

Coma



Nuevo libro que leo, nuevo libro que comento. Ya leí el ño pasado un par de libros de Robin Cook ("Contagio" y "Crisis"), y este ha tocado el libro Coma, anterior a ambos y que se remonta a sus inicios. Fue su segundo libro, pero primera gran publicación (ya había probado suerte con Médico interno, pero no se vendió muy bien; cómo me gusta informarme para hablar de estas cosas).

En "Coma" nos encontramos  Susan Wheeler, estudiante de medicina, 23 años, y muy atractiva que termina en el Boston Memorial Hospital con cuatro compañeros para empezar su formación práctica. Por casualidades de la vida, se encuentra con que unos días antes, una joven de su misma edad terminó en coma durante una operación rutinaria, por un problema con la anestesia y el oxígeno. Ese mismo día, un paciente con quien ella habla, sufre el mismo revés. Susan decide entonces investigar cómo es posible que dos pacientes terminen de la misma forma.

Ya desde este libro puede verse cual es una línea argumental común del señor Cook. Veo varias similitudes entre Coma y Contagio, en sus argumentos y narraciones. Incluso el estilo del final es bastante similar, aunque a efectos prácticos el final es totalmente direfente. No obstante sigue siendo un libro muy detallado (algo bastante útil), incluyendo un montón de terminología médica que no he comprendido. No es mi campo, y tampoco lo considero fundamental para entender la historia. Fundamental sería si mañana me diera por practicar operaciones a corazón abierto (?)

No es una novela especialmente coral, por lo menos en lo que se refiere a personajes importantes. Susan es acompañada por Mark Bellows, residente de cirugía con quien tiene química muy pronto, aunque no comparte la creencia de Susan de que haya algo oscuro; Howard Stark (que con ese apellido no he podido evitar ponerle el rostro de Robert Downey Jr., por Iron Man), el jefe del Departamento de Cirugía, que no hace oídos sordos a todo lo que Susan le cuenta; D'Ambrosio, un sicario destinado a detener a Susan cuando sus progresos hacen enfadar a varios de los médicos del hospital (Harris, Nelson...), y Walters, un médico que desaparece justo cuando un buen puñado de medicamentos y drogas aparecen en uno de los armarios del hospital.

La historia nos sumerge también en el tema del machismo médico. Desde los ojos de Susan podemos ver cómo una mujer intenta hacerse su hueco en un mundo donde predomina el género masculino. Muchas alusiones que la irritan (y con razón) sobre su sexo, sobre que la mayoría de sus colegas la verían siempre primero como mujer y luego como médico... Y finalizando el libro con una nota explicatoria al respecto al tema principal del que se habla en el libro, la donación de órganos.

Con todo una historia buena, que invita a pensar y reflexionar, tensa, aunque en algunas ocasiones no pude evitar hacer "lectura en diagonal". Con sus casi 400 páginas, merece la pena leerlo, para los fans de historia de misterio.

¿Por qué hacemos lo que hacemos?

¿Por qué hacemos lo que hacemos? He aquí mi propio ejemplo. ¿Por qué empecé un blog? Porque me gusta escribir. He empezado un curso de Windows Server. ¿Por qué? Porque me gusta la informática. Soy de los que se bajan las series al día siguiente de su emisión original. ¿Por qué? Porque me puede la curiosidad por enterarme cuanto antes de cómo avanzan las tramas. Me gusta planificar el día con la mayor antelación posible. ¿Por qué? Porque odio los imprevistos.

Pero miro alrededor y me cuestiono cosas. ¿Por qué la gente hace lo que hace? Por ejemplo, la gente que parece tener la necesidad imperiosa de llevarse una botella de alcohol a los labios. ¿Por qué lo hace? Esa gente que parece contentarse con lo que hay. ¿Por qué? Masas de gente que se decantan más por un tipo de contenido televisivo que por otro. ¿Por qué?

Impulso: me voy a comprar este libro.
Motivo: me gusta la lectura.

Y todo esto me lleva a darme cuenta... de que todo lo que hacemos tiene un motivo, lo veamos o no. Parece una obviedad, pero uno lo piensa. Y no hay nada que nos haga movernos "porque sí". Cualquier cosa, el acto más pequeño, está impulsado por algo. Incluso tenido algún motivo para hacer algo... también tenemos cosas que nos hacen cambiar de idea.

Impulso: consumir drogas.
Motivo: curiosidad. ¿Cómo son? ¿Cómo la gente se puede divertir con ellas?
Impulso 2: no consumas.
Motivo 2: Has conocido muchos casos de malos resultados. Se te puede ir de las manos. No se controla.

Impulso: ir a un bar de alterne.
Motivo: impulso sexual / ¿cómo es ese ambiente?
Impulso 2: No ir.
Motivo 2:  Código ético personal / Preferir no saberlo.

Yo sigo los reportes de Elementary. Me gusta la serie, e ir viendo qué se avecina antes de que se emita. Yo miro esa información por curiosidad, por el gusto de hacerlo. Y al mismo tiempo, hay otras tantas personas que entran a la vez que yo a leerlo. ¿Les interesa también? ¿Lo siguen con frecuencia? Al otro lado, está el que publica. ¿Le pagan por ello? ¿Esa web de información de series que visito es un negocio o algo hecho por gusto? ¿Podría conocer al tipo (o tipos) que lo lleve y tener una conversación sobre la serie?

Va todo siempre llevado por algún motivo. El más placentero siempre es el del gusto, por supuesto, aunque hay varios otros aspectos que nos llevan a hacer o no hacer las cosas. Lo políticamente correcto, las convenciones sociales, las normas concretas de un sitio donde estamos también influyen o no en nuestra toma de decisiones.

Y el hecho de que hagamos esto, me hace darme cuenta de que nos hace tener aficiones, cosas que hacer, en resumen, cosas que completan nuestra existencia. Placeres ocultos, excentricidades, todo eso es un "algo que hacemos" por un "algo" que nos impulsa, y lo hacemos.. No todo el mundo tiene la suerte de poder exhibir según qué cosas (aunque estamos trabajando en ello) pero es algo a lo que tampoco querríamos renunciar.

También me doy cuenta de que si hacemos algo que se comparte con el resto del mundo, esto también puede influir. Para bien. Pero también para mal. Una persona, por ejemplo, que le gusten los animales compartirá su hobby sin problemas, puede unirse a causas y todo lo que le parezca. Eso ya le lleva a condicionarse a hacer otras cosas. O a llevarlo también, pero irá cambiando la forma de hacerlo. Yo, por el lado contrario, me he topado con el lado reverso.

He empezado diciendo que me gusta escribir y fue lo que me llevó a abrir un blog. Pero eso me ha supuesto a la vez un problema. El hecho de que sea más público que privado ya me lleva a pensar temas y hablar de ellos. Antes podía estar días sin escribir y luego darme una pechá. Ahora tengo sentimiento de culpa si no actualizo con X frecuencia. También escribo fanfiction, del tipo picantón. Empecé también por gusto. Ahora lo pienso y me digo: "¿qué coño haces presionandote para publicar un capítulo semanal?".

Cuando nuestro "por qué" cambia, es el momento de hacer reflexiones. ¿Se debe seguir? Salvo contadas excepciones, creo, indudablemente sí. Siempre quedan el "gusto" en primera instancia. Simplemente hay que encontrar la forma de que eso vuelva a la cima de los motivos, y el resto, priorizarlos. Cosas a disgusto tenemos que hacer todos. Pero si son por gusto... Debe prevalecer la satisfacción.