Leído: Songokumanía: el big bang del manga, de Oriol Estrada Rangil

Ostia, si Felikis leía cosas y las reseñaba, no me acordaba. Y ha puesto en el título de la entrada el nombre del autor, con el nombre del libro en cursiva, a lo profesional.

La verdad, es raro que hasta pleno marzo no haya hecho ninguna reseña de un libro. Y eso que llevo unos cuantos leídos. El guión original de Animales fantásticos y dónde encontrarlos (pero ya reseñé la película), he terminado la saga Oro, Plata y Cristal de Pokémon (que reseñaré la semana que viene), la tetralogía de Código Lyoko (para lo cual también tendría que reseñar la serie), un libro sobre materia oscura y el primero de Una serie de catastróficas desdichas (que reseñada la serie, sería simplemente como comentar el primer capítulo de la misma). Pero vamos, que podéis seguirme en GoodReads para comprobarlo. Y tras este parrafón, al lío:

"Songokumanía: el big bang del manga" es un libro de... historia contemporánea reciente en la que Oriol Estrada Rangil hace un repaso a la llegada del manga y el anime a España. Empezando un recorrido allá por los años 80, nos cuenta el boom que, para ser un proceso relativamente lento, en términos generales en realidad supuso un cambio en muy pocos años en lo referente a consumo de televisión y cómic/manga en nuestro país.

Es un libro para disfrute de dos tipos de lectores. Uno de ellos, el lector que vivió aquella época. El que creció en los ochenta, el que conoció de primera mano Dragon Ball en la televisión y que se emocionó con aquella historia del niño con cola de mono que emprendía el viaje con una chica muy inteligente en busca de las bolas de dragón que conceden cualquier deseo. Para ellos, la lectura debe ser algo así como volver a aquella época.

El segundo lector es... o somos, los que conocimos Dragon Ball muy a posteriori, ya fuera por nacimiento, o porque por alguna razón, tardó más en llamar nuestra atención, y en cuyo caso, no podemos sino sorprendernos por cómo era la cultura pop de la época, y del cambio que supuso el fenómeno de este anime, y luego manga, al llegar a nuestro país.

Mola que hablen un poco del inicio de aquello, cuando sólo se conocía el cómic europeo y americano, y sólo hubieran llegado hasta aquí casos contados como Akira, hasta lo que supondría en televisión esta serie.

No hay duda de que resulta, cuando menos, chocante como eran aquellos orígenes en las que las distribuidoras españolas prácticamente no conocían Japón, y alguien (spoiler: Màrius Bistagne) compró 26 episodios (spoiler: pensando que era la serie completa), que eran los que abarcaban desde el inicio de la aventura hasta finales (que no final) del Gran Torneo de las Artes Marciales. Todo lo que llevó consigo esa pequeña fracción del anime dio pie a la gran industria del manga y el anime que tenemos ahora en España (en honor a la verdad, hace mucho hincapié en lo que supuso en Cataluña... también es cierto que muchas veces son los que más lo viven).

Desde luego, leído el libro, casi se puede hablar de una Odisea, valga la referencia a Homero, y en vista de lo leído, creo que nunca un producto de la cultura de un país hizo tanto para la misma como supuso Dragon Ball al salir de las fronteras de Japón.

En resumen, una lectura ligera y amena que nos cuenta un poco más de aquellos años en los que se gestaba el fenómeno otaku en España. Si le tuviera que echar algo en falta, yo hubiera rellenado un poco más el libro en la parte en la que se habla de la censura que sufrió el anime, un tema que sigue en boga (especialmente para los que estamos siguiendo la emisión de Dragon Ball Super en Boing). Tiene muchos datos, cuanto menos, curiosos al respecto. Y si me tengo que poner en plan abuelo Cebolleta: "Las cosas antes sí que eran difíciles que ni había internés ni móviles". Cómo hemos cambiado.

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