Leido: Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne

Disfruté mucho cuando, hace años, en el instituto, en las lecturas entró La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne. Y ahora que he decidido ponerme un poco al día con más lecturas clásicas, quise darle la oportunidad a Viaje al centro de la Tierra.

Obviamente, que una novela sea buena, no hace que el autor de la misma únicamente escriba maravillas, y tengo que decir que Viaje al centro de la Tierra me ha sabido a poco. Una premisa interesante que al final, se queda un poco corta. Ah, sí, alterta de spoilers.

La premisa parte con Axel, un joven alemán que vive con su tío, el profesor Lidenbrok, un reputado minerólogo. Un día, Lidenbrok llega a casa con un extraño manuscrito, en cuyo interior hay un pergamino extraño. Al descrifrarlo, se topan con un mensaje de un alquimista llamado Arne Saknussemm, en el cual refleja, teóricamente, cómo se podría acceder al centro de la Tierra. Lidenbrok no duda en partir de inmediato a Islancia, donde se haya la "puerta".

Obviamente, el propio libro ya presenta el debate sobre el núcleo terrestre, el aumento de la temperatura, etc. Sin embargo, con ese tema al margen, nos encontramos con una historia que entretiene por momentos, mientras que por otros se puede hacer terriblemente densa.

Verne nos muestra a lo largo de la ruta de los personajes una exhaustiva descripción de... piedras. La novela entera podría ser un homenaje a la minerología. Axel, quien hace las veces de narrador, nos hace gala de líneas y líneas y líneas y líneas... describiendo las rocas y los pasadizos que se van encontrando en su ruta al interior del globo terrestre. Algo que, en según qué puntos, frena terriblemente el avance de una trama, la cual, todo sea dicho, termina bastante abruptamente.

A través de los ojos de Axel conocemos a los tres personajes principales de la novela (por no decir los únicos). Él es un joven pasional, con miedos comprensibles, pero que tiene demasiado miedo a su tío como para enfrentarse a él y acepta sus palabras, al verse derrotado intelectualmente por la falta de pruebas sólidas de sus teorías, enfrentandose a las escépticas opiniones de su tío. Lidenbrok es más temperamental, la impaciencia personificada, quien sólo sabe avanzar hasta llegar a su objetivo, a cualquier precio. Su objetivo es probar que el interior de la Tierra no es puro magma. Por último, tenemos a Hans, cazador y guía de Axel y Lidenbrok, prácticamente un autómata que ni siente ni padece, y se limita a actuar en beneficio de la expedición, a pesar de desconocer su verdadero objetivo.

Y realmente... no hay mucho más que contar de esta novela. Es ligera, y se hace ligera en líneas generales (salvo aquellos momentos ya mencionados de descripciones sobre piedras), pero sin llegar a observar cambios notables desde la partida en Alemania hasta la incursión dentro del volcán Sneffels. La única excepción, quizá, la del propio Axel, que según avanza la aventura, se muestra poco a poco menos contrario a pensar que el centro del planeta no está formado por lava. Pero al margen de eso, poco.

Descripciones, todas las que se quieran, pero el elenco de personajes es sumamente escaso. Y por supuesto, desde el interior del volcán, tampoco hay pasajes altamente memorables, salvo las propias opciones de sobrevivir, y aquel momento en que (spoilers), se topan con un gran lago subterráneo, el cual tiene su propia climatología, así como formas de vida interesantes, pero los cuales no son suficientes para potenciar una novela que peca un poco en su tardanza en llegar a estos puntos.

¿Valoración general? Aprobada con un seis. No desagrada en absoluto, pero esperaba más, algo más de acción. Y creo que esta novela (y me veo obligado a soltar una pequeña pullita) sufre de lo mismo que su adaptación animada, Willy Fog 2 (parte 1): que no es tan buena, ni de lejos, como La vuelta al mundo. ... Y sí, Viaje al centro de la Tierra se publicó mucho antes, pero aún así.

Leído: Drácula, de Bram Stoker

BLOG DE FELIKIS

9 de mayo, por la noche

Extenuado me hallo. Entre los cursos realizados en los últimos dos meses, y mi recién re-incorporación al mundo laboral, no sé cómo saco tiempo ni ganas para escribir este blog. Pero, ¡oh, debo hacerlo! ¡Pues la escritura es lo único que salvará mi cerebro del aturdimiento, del agotamiento intelectual! ¡Quiera el MEV que logre publicarla antes de caer rendido contra el teclado!

...

Entradas de diario como esa son las que componen Drácula, de Bram Stoker. Porque me ha dado por ponerme al día con los clásicos de la literatura. Y a este paso el blog se va  a quedar únicamente para reseñar series y libros, pero bueno. No me inspiran muchas más cosas para escribir. ... Ya estoy divagando, perdón. Ah, y posibles spoilers.

La novela se nos presenta de forma epistolar. En otras palabras, la narración se produce a través de los diarios de los personajes, así como de las cartas que se envían entre ellos, fragmentos de periódicos, y notas ocasionales, ordenados más o menos cronológicamente (hay momentos en que se nos presentan varios días seguidos del diario de un personaje, para luego retroceder en el tiempo y ofrecer las vivencias de otro), lo cual enriquece bastante la lectura.

La historia comienza en en el viaje de Jonathan Harker, un abogado inglés que ha sido invitado al castillo del conde Drácula, en los Cárpatos, para cerrar unas ventas con él. Poco a poco, los rasgos de la personalidad del conde irán confundiendo a Jonathan, hasta que se encuentre en lo que él considera un peligro inminente cuando se da cuenta de que el conde está haciéndose pasar por él. Poco tiempo después, Wilhemina "Mina" Murray, la prometida de Jonathan, acude a pasar unas vacaciones con Lucy Westenra, la cual padece de sonambulismo por alguna extraña razón. Poco a poco, esta enfermedad la irá superando. El grupo protagonista lo cierran Arthur Holmwood, el prometido de Lucy; Quincey Morris, el doctor Seward (ambos dos habían sido pretendientes de Lucy); y por último el profesor Van Helsing.

Podríamos distinguir cinco bloques argumentales cronológicos a partir de todos ellos: la introducción (narrada exclusivamente por Harker) en la cual se nos presenta la figura del conde; las investigaciones del doctor Seward de uno de los pacientes de su manicomio; el progreso, con sus altibajos, de la enfermedad de Lucy, el punto en que su historia se mezcla con la del conde, y finalmente, la persecución final al rey de los vampiros.

La mayoría de contenido del libro es el narrado por Harker, Mina, Lucy y el doctor Seward (con un par de notas de Van Helsing), ofreciéndonos su forma de vivir esa lucha contra el mal que termina suponiendo el conde Drácula, el cual había aprovechado la visita de Harker para planear un viaje a Londres, desde donde expandir su poder. De esta forma, se entra en una extraña dinámica de caza del ratón.

Aunque normalmente la narración es bastante dinámica, lo que permite disfrutar de pasajes con mucha y rica información de lo que puede pasar, hay ciertos puntos en que la falta de progresos de los personajes frenan ese avance (porque errare humanum est), pero especialmente cuando a Stoker le da por poner en el modo más descriptivo posible a sus personajes cuando visitan ciertos parajes, quitando trabajo a la imaginación (y para los que somos como yo, haciéndonos pasar a la lectura en diagonal).

Quiero añadir también que siempre me han hecho gracia esta clase de relatos, en los cuales los personajes que escriben su diario son capaces de hacerlo con pelos y señales, recordando hasta el más mínimo detalle, y estilizándolo al tipo novela. Por alguna razón.

Con todo esto, permitiéndonos conocer a unos personajes que cuentan la historia tan rica en detalles, se nos ofrece ese halo entre el misterio, el terror, y el peligro que les acecha, cuando la suerte parece sonreír al enemigo y cuando los esfuerzos de los protagonistas parecen en vano. Pero en vano de que en ciertos momentos yo me quedé en plan: "¡Venga ya! ¡No me lo puedo yo de creer!".

Ojo. Insisto en que he disfrutado la lectura. Tengo que decir también que tuve que meterme un poco en el contexto histórico de la obra, ya que abundan las expresiones largas, un empleo quizá abusivo de "querido/a", "amado/a", "amigo/a" cuando se hablan entre ellos, y por supuesto, esas normas sociales antiguas machistas en las que se definía lo que a un hombre hacía un hombre y lo que a una mujer hacía una mujer y cómo se debían comportar en ciertas situaciones y todas esas mierdas.

Pero obviando esa parte, es una lectura que engancha, en su forma de explicar las cosas, y de cómo todo lleva un proceso lógico y no todo es "porque sí" y averiguando con los personajes qué es lo que ocurre o lo que puede ocurrir (dejando al margen que cualquiera que sepa un poco de Drácula o sobre vampiros en la cultura popular, esas cosas le pueden parecer obvias desde el primer momento). Me ha "molao". Una novela si no de sobresaliente, de notable alto.

(PD: Y me apetece decirlo: a mi me gustó la película Van Helsing (2004). A pesar de que sea otro concepto diferente al de la obra. Me la pela).

Día del Libro (and again...)


Tras un año sin publicar una entrada dedicada a los libros (y más de un mes sin publicar una entrada, a secas, cabrón) otro año vamos allá con recomendaciones de libros. Y esta vez, algunos títulos que por H o por B (o por vago, cabrón), no haya reseñado en entradas de post anteriormente.

Y por qué no empezar con algo de humor. Un mal principio es el primer libro de la saga "Una serie de catastróficas desdichas", de Lemony Snicket. Dejada la review de la serie de televisión, leer los libros al respecto era poco menos que una obligación, y al igual que el audiovisual, no decepciona. Es el inicio de la historia de los hermanos Bodelaire: Violet, Klaus y Sunny, que tras quedar huérfanos, terminan siendo tutelados por el diabólico conde Olaf, quien no busca otra cosa sino hacerse con la fortuna de los niños, la cual es intocable hasta que Violet, la mayor, cumpla la mayoría de edad. ¿La gracia? La serie de catastróficas desdichas. Los hermanos no hacen sino pasar por una serie de penurias sin conseguir remontar en ningún momento, añadido por una narración mordaz de parte del autor (Lemony), provocando una lectura amena, entretenida, ligera y que se hace breve (porque siendo sinceros, el libro es cortito). De momento sólo he leído el primero de 13, pero parece que el lanzamiento de la serie ha servido para volver a editar los libros en castellano, cuando originalmente sólo publicaron hasta el 8.

Muy por el contrario, una lectura larga y para fans del detective más famoso de todos los tiempos, recomiendo la antología Todo Sherlock Holmes, por supuesto, de Arthur Conan Doyle y Jesús Orceloy como responsable de la edición. Un recopilatorio de todo el canon holmesiano oficial, es decir: las 4 novelas, y los 56 relatos, cronológicamente ordenados (por línea temporal de la historia, que no coincide con la de publicación), con una serie de notas, curiosidades, etc. de lo más interesantes. Una verdadera joyita, especialmente para tener en un único volumen recopilatorio todo el canon, o para completar una colección en caso de no tener todos los libros. ¿Su punto flaco? Creo que quizá la calidad del papel deja un pelín de nada que desear, pero merece la pena el tomo.

Otro tipo de narrativa. Las vivencias de un informático convertidas a blog convertido en libro. Wardog y el mundo, de Wardog... bueno, Ismael Trancón Martín, sysadmin de profesión, que nos deleita con sus aventuras (o quizá desventuras) en la empresa cuyo sistemas administra, mostrándonos el lado más oscuro de los que nos dedicamos, entre otras cosas, a la atención del usuario... y los motivos que producen esa enemistad. Que si os parecemos malos, no lo somos por gusto. ¿Quieres conocer los motivos? Bueno, tienes la opción también de leer su blog. Eso sí, un pequeño warning que él mismo hace: Aviso para lusers: no te creas lo que veas aquí escrito, pero grábatelo a fuego en la memoria. Sólo por si acaso. Para que veáis "de qué palo" va la cosa.

También me apetece recomendar la lectura de Harry Potter y el legado maldito. Ni de coña. En serio, es un fanfic durísimo. Por lo malo. Aún me da pesadillas. Pero para los que nos mola el mundo Harry Potter, podemos disfrutar del guion de la película Animales fantásticos y dónde encontrarlos, de la propia J.K. Rowling. Realmente no vamos a encontrar nada mas de lo que vimos en la película. ... Y precisamente por eso. Este inicio de la precuela de Harry Potter fue una maravilla del mundo del cine, y poder disfrutar de la lectura del guión no está para nada de más. Es eso, el guión. Le hubiera añadido anotaciones (literalmente, no estaría mal que se incluyeran notas de Rowling en los márgenes y similares), pero aun así, forma parte de mi estanteria potterhead.

Sumergiendonos un poco en el mundo de la novela "policíaca", le añadimos el género "medicina", y eso conlleva a Robin Cook y en este caso, su novela Nano. No será de sus mejores escritos, pero la parte en la que se habla de cómo la nanotecnología podría usarse en el campo de la medicina para curar enfermedades, es cuando menos curioso. Y eso por no mencionar el sub-fondo que hay por lo general en las novelas de Cook: los intereses detrás de cualquier hecho, tanto personales como empresariales. Cook suele mostrar sus tramas mostrándo más allá de lo que ven el resto de los personajes, de forma que se nos permite anticipar algunos movimientos. Algunos...

No tengo mucha más idea de qué podría recomendaros en la sección "Libros". Pero no todo va a ser novelas y similares. Ah, el poder de la imagen... voy a cerrar el post con dos ejemplos de ello.

Y una de ellas es (tenía que ser) V de Vendetta, de Alan Moore. De sus obras más conocidas (y remakeada por las Wachowski en 2005 en película), se nos presenta una sociedad reprimida por un estado totalitario, contra el cual se subleva V, un misterioso hombre enmascarado que empieza a liquidar  a algunos miembros del partido mientras se gesta su plan. La historia de V se va entremezclando con la de más personajes, como Evey, una chica que es salvada por V al principio de la obra, así como personajes relacionados con el gobierno controlador y las decisiones que van tomando según se desarrollan los acontecimientos. Altamente recomendable su lectura, la cual, como la película, no siempre es entendida por toda la gente.

Y no podía dejar la ocasión de comentar Sherlock: Estudio en rosa, adaptación a manga del primer episodio de la genial serie de televisión, respetando el guión original de Mark Gattis y Steven Moffat, y dibujado por el mangaka Jay. Nos vamos a encontrar con eso mismo: el episodio, adaptado sin omitir el más pequeño detalle (o quizá alguno sí, microscópico, como la diferencia entre la traducción de la serie y la del manga), pero la misma historia genialmente ambientada. Merece la pena disfrutar de su lectura y tacto en papel.

Esto ha sido todo por este año. Siempre podéis revisar la etiqueta de "libros" del blog para ver más obras que haya podido reseñar. Y querría escribir más, pero como siempre lo digo y luego no lo hago, ¿para qué vamos a andar con compromisos que no se si voy a poder cumplir? (por vago, cabrón). Saludos, y hasta la próxima entrada.

Leído: Pokémon: Oro, Plata y Cristal (tomos 5 a 8)

Tras la lectura de los tomos 1 a 4 de Pokémon (la serie de Rojo, Verde, Azul y Amarillo) debo confesar que la continuación en los tomos de Oro, Plata y Cristal fue una grata sorpresa. La continuidad de la historia (proseguida por Hidenori Kusaka al guión y Mato al dibujo) es una secuela que iguala a la original.

Se nos presenta a Oro, el protagonista, un joven que tiene un montón de Pokémon, marcado por su denotable arrogancia, y que empieza un viaje por la región Johto. En su viaje terminará cruzando su camino con Plata, un ladrón de Pokémon. A mitad de la serie, abandonamos a ambos temporalmente para conocer a Cristal, una experta capturadora Pokémon, quien recibe la tarea de completar la enciclopedia sobre estos, alias Pokédex. La historia nos narra cómo estos tres personajes deberán superarse a si mismos para ayudar a una región que vuelve a ser azotada por el Team Rocket, así como por un extraño personaje con habilidades de hielo, y volvemos a ver caras conocidas de las sagas anteriores, como Rojo, Azul, Misty o Brock.

Esa intercalación entre varias historias y no centrarse tanto en el protagonista funcionó muy bien en Amarillo y vuelve a funcionar aquí. Todos los personajes tienen un pasado o crisis sobre sus objetivos en la vida, las cuales se ponen a prueba a lo largo de las páginas de estos tomos.

Le tengo además cierto cariño adicional a esta parte de la historia, ya que pertenecería a la conocida "segunda generación Pokémon", mi favorita, que se desarrolla en la región Johto (también mi favorita) y tengo que admitir que me di cierta prisa con la lectura porque me tenía enganchado.

Por un lado, la historia de Oro, aprendiendo que no se puede ir por la vida atropellando a la gente, le hará plantearse qué está haciendo como entrenador; Plata, por su parte, parece tener que cerrar un capítulo de su infancia, mientras Cristal tiene sus propios problemas existenciales tras recibir su tarea. El grueso de muchas historias es precisamente ver a sus protagonistas crecer (y no que se lo den todo hecho como a Kirito) y aquí podemos ver precisamente eso...

... sin olvidarnos de Rojo, Azul, Verde y Amarillo, quienes también asoman en los momentos más tensos de la historia para enfrentarse al villano (quizá uno de los puntos flojos de la historia, que no cierran bien su círculo, precipitándolo mucho). Además, esta generación supuso de la introducción de la mitología Pokémon, la cual también es tratada y desarrollada en la historia por los Pokémon legendarios protagonistas. Una mezcla que funciona bastante bien.

Una lectura entretenida, fiel al espíritu de las primeras entregas, pero innovando a la par. Me gusta. Ahora toca ver el universo de Rubí y Zafiro.

Leído: Songokumanía: el big bang del manga, de Oriol Estrada Rangil

Ostia, si Felikis leía cosas y las reseñaba, no me acordaba. Y ha puesto en el título de la entrada el nombre del autor, con el nombre del libro en cursiva, a lo profesional.

La verdad, es raro que hasta pleno marzo no haya hecho ninguna reseña de un libro. Y eso que llevo unos cuantos leídos. El guión original de Animales fantásticos y dónde encontrarlos (pero ya reseñé la película), he terminado la saga Oro, Plata y Cristal de Pokémon (que reseñaré la semana que viene), la tetralogía de Código Lyoko (para lo cual también tendría que reseñar la serie), un libro sobre materia oscura y el primero de Una serie de catastróficas desdichas (que reseñada la serie, sería simplemente como comentar el primer capítulo de la misma). Pero vamos, que podéis seguirme en GoodReads para comprobarlo. Y tras este parrafón, al lío:

"Songokumanía: el big bang del manga" es un libro de... historia contemporánea reciente en la que Oriol Estrada Rangil hace un repaso a la llegada del manga y el anime a España. Empezando un recorrido allá por los años 80, nos cuenta el boom que, para ser un proceso relativamente lento, en términos generales en realidad supuso un cambio en muy pocos años en lo referente a consumo de televisión y cómic/manga en nuestro país.

Es un libro para disfrute de dos tipos de lectores. Uno de ellos, el lector que vivió aquella época. El que creció en los ochenta, el que conoció de primera mano Dragon Ball en la televisión y que se emocionó con aquella historia del niño con cola de mono que emprendía el viaje con una chica muy inteligente en busca de las bolas de dragón que conceden cualquier deseo. Para ellos, la lectura debe ser algo así como volver a aquella época.

El segundo lector es... o somos, los que conocimos Dragon Ball muy a posteriori, ya fuera por nacimiento, o porque por alguna razón, tardó más en llamar nuestra atención, y en cuyo caso, no podemos sino sorprendernos por cómo era la cultura pop de la época, y del cambio que supuso el fenómeno de este anime, y luego manga, al llegar a nuestro país.

Mola que hablen un poco del inicio de aquello, cuando sólo se conocía el cómic europeo y americano, y sólo hubieran llegado hasta aquí casos contados como Akira, hasta lo que supondría en televisión esta serie.

No hay duda de que resulta, cuando menos, chocante como eran aquellos orígenes en las que las distribuidoras españolas prácticamente no conocían Japón, y alguien (spoiler: Màrius Bistagne) compró 26 episodios (spoiler: pensando que era la serie completa), que eran los que abarcaban desde el inicio de la aventura hasta finales (que no final) del Gran Torneo de las Artes Marciales. Todo lo que llevó consigo esa pequeña fracción del anime dio pie a la gran industria del manga y el anime que tenemos ahora en España (en honor a la verdad, hace mucho hincapié en lo que supuso en Cataluña... también es cierto que muchas veces son los que más lo viven).

Desde luego, leído el libro, casi se puede hablar de una Odisea, valga la referencia a Homero, y en vista de lo leído, creo que nunca un producto de la cultura de un país hizo tanto para la misma como supuso Dragon Ball al salir de las fronteras de Japón.

En resumen, una lectura ligera y amena que nos cuenta un poco más de aquellos años en los que se gestaba el fenómeno otaku en España. Si le tuviera que echar algo en falta, yo hubiera rellenado un poco más el libro en la parte en la que se habla de la censura que sufrió el anime, un tema que sigue en boga (especialmente para los que estamos siguiendo la emisión de Dragon Ball Super en Boing). Tiene muchos datos, cuanto menos, curiosos al respecto. Y si me tengo que poner en plan abuelo Cebolleta: "Las cosas antes sí que eran difíciles que ni había internés ni móviles". Cómo hemos cambiado.

Sword Art Online no es tan buena

Hace bastante tiempo, reseñé el anime de Accel World. El autor de la novela ligera de AW, Reki Kawahara, también es el creador de Sword Art Online. Y bajo esa premisa, me animé a verme las dos temporadas del anime.

Tengo que decir que el primer episodio de Sword Art Online me encantó. Situado unos años años antes que Accel World, narraba la aparición en el mundo de los cascos de juegos de realidad virtual, y el lanzamiento de SAO, un videojuego para esta plataforma en la cual se deben superar niveles, al estilo de los MMORPG, pero en primerísima persona. La sorpresa llega cuando, tras acabar la beta, en el lanzamiento del videojuego se desvela que Akihiko Kayaba, el creador del juego, ha hecho prisioneros a todos los jugadores, que no podrán desconectarse hasta que completen el juego. La historia sigue a Kazuto Kirigaya, alias Kirito, uno de los probadores originales del juego, que está decidido a completar el juego para poder salir.

Bajo esa magnífica premisa del 26 minutos, nos encontramos con una historia que no hace más que descender en la calidad de la historia, y lo que tenemos es una animación excelentemente cuidada sobre lo maravilloso, genial, poderoso, atractivo, imbatible y todos los adjetivos positivos posibles sobre el protagonista. En serio. No es más.

Los episodios resultan facilones y aburridos, en lo que lo más interesante es eso: ver lo bien que se han currado una animación para una historia muy por debajo de ese nivel. Kirito conoce en este arco a Asuna, quien será su compañera maravillosa, genial, poderosa, atractiva, imbatible y todos los adjetivos posibles sobre ella, formando una pareja maravillosa, genial, poderosa, atractiva, imbatible, y etecé.

Me decía un antiguo compañero de trabajo que él prefería SAO antes que AW porque "historias de protagonistas que tienen que superar una serie de dificultades hay muchas". Razón tiene, pero... diablos, ¿qué emoción tiene un argumento en que todo lo hacen con una facilidad insultante? Y más cuando aparece Asuna, momento en que los intentos pos completar SAO pasan prácticamente a segundo plano.

Es aburrida, es sosa, y su fanservice tiene la misma justificación que todo lo que ocurre en el argumento: ninguna, es un "porque sí".  Y muchas de las cosas que han ido apareciendo durante los episodios (especialmente hacia el final, cuando se vuelve totalmente insoportable) me han crispado los nervios.

Por ejemplo, cuando ves que el protagonista es tan maravilloso que...

... y que además de eso...

y cuando te das cuenta de cuánto de lo que tiene el anime merece la pena...


Pero bueno, por lo menos me echo unas risas yo solo:



Podría continuar con esta estela, pero no. No lo vale. Los siguientes arcos argumentales (que deberían cambiarle el título al anime respectivamente... aunque yo optaría por titularlo Kirito's Harem) siguen en caída constante hasta el último episodio de la segunda temporada. Ni siquiera los primeros capítulos de cada arco tienen la suficiente "chicha" como para poder enganchar.

En resumen: si no has visto Sword Art Online, puedes ahorrártelo. Hay anime de mucha mejor calidad disponible. Y si te ha gustado, pues me alegro por ti, pero no te entiendo.

Comunicación y mensajería


Orden de preferencias para comunicarme con las personas:
1. En persona (esto preferiblemente va acompañado de un café).
2. Aplicaciones de mensajería instantánea.
3. Hablar por teléfono.

Es curioso, porque estoy seguro de que mucha gente habría puesto "hablar por teléfono" antes que la mensajería instantánea, pero en mi caso no es así.

Por supuesto, mi primera elección siempre es en persona. Tener a la persona enfrente permite una conversación personal (única forma), de modo que además de la conversación en sí, tenemos el apoyo visual de la comunicación no verbal. Decimos muchas veces más con los gestos que hablando, y nos permite una comunicación insuperable.

Obviamente, en una conversación por teléfono, perdemos ese apoyo, y como mucho dependemos del tono de voz de nuestro interlocutor para saber en qué vaina nos movemos. En conversación de mensajería instantánea únicamente disponemos de un texto plano de libre interpretación. Y entonces, ¿cómo es posible que me guste más la mensajería instantánea que la conversación por teléfono?

En primer lugar, por la comodidad. Tener el teléfono pegado en la oreja es un puto rollo. De hecho, reduce mi propia expresión corporal, porque muchas veces, pese a no tener a mi interlocutor delante, tiendo a hacer los mismos gestos que hablando en persona.

En segundo lugar, por mi atención. Puedo dedicar dos horas a ver Animales fantásticos y dónde encontrarlos, o sumergirme durante un buen rato en la lectura de un libro. Pero cuando en una conversación hay un teléfono de por medio, mi mente hace las maletas y se pone a divagar. No lo hago adrede, es inconsciente

En tercer lugar, porque en definitiva no es lo mismo hablar por teléfono. Ni por asomo. Es más incómodo con diferencia. Me agota hablar por teléfono, me cansa, me hastía. Estoy hablando con una persona que no tengo delante, y al no tenerla delante, podría ponerme con más cosas en lo que prosigue la conversación, que es lo que consigo con la mensajería instantánea.

Es curioso que tanto por teléfono como en mensajería instantánea me encuentro con el mismo problema: la intervención. Porque yo soy de los que esperan a que la otra persona calle al teléfono (es algo más limitado que la conversación en persona, no se debe interrumpir), o que se fijan si el conversador está "... escribiendo" para aguardar a que acabe. Pero hay gente que no. Que les da lo mismo, como si hablaran en persona.

Sin embargo, le encuentro otras ventajas a la mensajería instantánea. Y entre ellas es que el mensaje llega rápido (y no, instantáneo no es que tengamos la obligación de responder al instante) y el interlocutor tiene todo el tiempo que quiera para procesarlo y  responderlo (o no). Te permite leer un mensaje, y contestar en el momento en que nos venga bien (aunque la sociedad parece querer malcriarnos en lo contrario), pero yo sigo a mi ritmo.

También hay veces que uno tiene que prepararse, en caso de decir algo complicado. Personalmente, pensarlo bien y escribirlo me resulta más cómodo que tener que memorizar las cosas. De igual modo, ayuda poder repasar el texto y ver si hemos dicho algo fuera de tono (cuando en el cara a cara podemos cagarla en un segundo).

Por supuesto, cada cual tendrá sus preferencias. Personalmente, me quedo con las que veo más cómodas.

Virus

No se me ocurre una palabra mejor que defina al ser humano. A lo que se ha convertido después de años y años de una evolución que debería haber sido para bien, pero ha terminado desembocando en la criatura más obscena que ha pisado la faz de la Tierra.

El ser humano no ha parado hasta la dominación completa del planeta, infectando y exterminando allá donde ha ido la huella de la civilización. Somos lo peor que le ha podido pasar a la vida en el mundo, porque para ella, hemos eliminado muchas otras. El intelecto con el cual se nos ha dotado no ha servido sino para manipular y destruir todo a nuestro paso, dando igual las consecuencias que tendrían a futuro. ¿Qué más da, si no vamos a estar ahí para verlo?

No sólo hemos destruido lo que nos "estorba". Nuestro instinto vírico se impone sobre la capacidad de pensar, y acaba de igual forma con todo lo que nos puede beneficiar. Son muy pocos los planetas en los que la vida es, teóricamente, posible. Somos tan geniales que nos cargamos las defensas del nuestro. Sin descanso, día tras día. El virus no va a parar hasta que la infección sea completa. Y para entonces ya será tarde.

El ser humano ha demostrado su crueldad con el paso de los siglos. Y aún a día de hoy, se planea llevar a una raza como esta al espacio, por instinto de supervivencia. Hay días que me cuestiono si merecemos tal honor. El espacio poblado de una civilización tan egoísta... Es una imagen que me da escalofríos.

Y no nos damos cuenta de que el virus es tan dañino que se ha vuelto en nuestra propia contra. El virus humano se ataca a sí mismo, le da igual, piensa que no le afecta. Se autoataca y autodestruye. Y si continúa así, acabará consigo mismo. No es un planteamiento que me vaya a hacer llorar, pero sí reflexionar cómo se puede ser tan tonto como para permitirse su propia aniquilación.

No sé qué llagará primero. El autoexterminio o la huída al espacio. Y si llega lo segundo, espero que la humanidad se haya desprendido de su parte virus. No repitamos tantos errores en otras galaxias.



PD: No es mi mejor entrada soltando bilis, pero tenía la necesidad de decirlo.

Desintoxicación mediática - Un mes después


Hace ya un mes dije que tenía como objetivo alejarme lo máximo posible de las noticias. No tenía interés en pasar tiempo leyendo titulares que me indignaban, noticias que me enfadaban, sucesos que me tocaban las pelotas. Y llega el momento de hacer una pequeña valoración al respecto de la experiencia:

Maravillosa.

En este mundo que el ser humano ha enmierdado, pasar un tiempo alejado de un mundo mediático también hecho mierda. Obviamente, era imposible no enterarse de algunas cosas. Pero mantenerse a una distancia prudencial ha sido algo muy positivo.

Principalmente, enterarme de tan poco ha ayudado a moderar mi enfado con las noticias. Se leen desde un punto de vista más sosegado, más racional. Siguen muchas veces tocando los cojones, pero en general, provoca bastante menos enfado, algo que sin duda debe agradecer mi sistema nervioso.

También ayuda para ver cuales son los filtros de la gente. Cuales son los temas que se hablan en más mayorías. Desconozco si eso es algo positivo o negativo, pero desde luego, la cantidad de información que me ha llegado ha sido siempre la más sonada.

Por supuesto, ahora toca volver a empaparse un poco más en lo que va sucediendo en el mundo. Pero intentando mantenerme en esta especie de estado zen en el que me encuentro. No sea que en una semana vuelva a estar desquiciado por todo lo que no me he enterado en un mes.

Una serie de catastróficas desdichas (serie de 2017)

Trece años tras la película antagonizada por Jim Carrey, Netflix nos ha presentado la serie de Una serie de catastróficas desdichas (valga la redundancia). Redundancia en este caso es una repetición de palabras para expresar una idea o concepto. Basada esta primera temporada en los 4 primeros libros de la serie (dedicando dos episodios a cada libro), el título no puede ser más acertado.

Para desconocedores del argumento, la historia habla de los niños Bodelaire: Klaus (Louis Hynes), Violet (Malina Weissman), y Sunny (Presley Smith), el bebé. Inteligentes y de familia adinerada, quedan repentinamente huérfanos tras un incencio en su casa. La noticia les es dada por el señor Poe (K. Todd Freeman), albacea de sus padres, quienes establecieron que en esta situación, deberían ir con el pariente más cercano: el Conde Olaf (Neil Patrick Harris), villano por excelencia que busca adueñarse de la fortuna Bodelaire. La historia es narrada por Lemony Snicket (Patrick Warburton), el autor de los libros, y ya desde el principio de la historia, se nos deja claro que la serie no tiene momentos felices. Y desde luego, no nos engaña.

La serie es deliciosamente cruel y absurda, y es indudable el abuso que sufren los niños Bodelaire en un mundo de adultos que no les comprenden, especialmente por lo disparatado de las situaciones. Disparatado es una palabra que significa algo que excede o sobrepasa los límites de lo común o lo ordinario. Y precisamente es en ese plano de surrealismo donde la serie tiene su fuerte, al que hay que añadir la crítica (no tan) velada a los adultos que no los entienden, y de los cuales muy pocos sienten verdadera preocupación por sus problemas.

Aunque hay que decir que el trío protagonista es un poco deus ex (pues logran salir de todos los problemas, que no hacen más que acumularse), no es nada cómodo verles en esas situaciones, en las cuales, desde este lado de la pantalla sólo puedes preguntarte: "No. ¿No? ¡No! ¿En serio? No, no puede ser. ¡¿En puto serio?!". Y sí, en puto serio. La inocencia de los adultos supera con mucho la de los niños, que deben ser espabilados para conseguir salir airosos.

Aunque debo decir que mis personajes favoritos no son los críos, sino los tres principales adultos de la serie. El conde Olaf, magistralmente interpretado por Barney Stinson Neil Patrick Harris, consigue ese tono oscuro en un personaje de apariencia ridícula, y que sin embargo, lleva la crueldad por bandera. En contraparte está el señor Poe, quien va llevando a los niños de tutor legal en tutor legal, sin detenerse a pensar en ellos: es lo que está estipulado y él tiene demasiada prisa en ascender en el banco, tanto que se traga con mucha ingenuidad las absurdas estratagemas del conde. Y por supuesto, Lemony Snicket, quien nos aconseja con frecuencia que dejemos de ver la serie en los pocos momentos felices que tiene, y que comparte con muchos personajes del reparto la costumbre de explicar una palabra, muchas veces innecesariamente. Innecesariamente es una palabra que significa algo que no es necesario,

La serie se ve rápido, y para los amantes de lo mordaz, puede ser una delicia. Hay que añadirle la ambientación a lo steampunk, que lo convierten en un placer visual y auditivo, y creo que se puede recomendar incluso a los que no les gustó la película de 2004. Esta adaptación es más pausada, y nos permite conocer mejor a ese grupo de personajes extravagantes, y su serie de catastróficas desdichas.

Arte perdido

Esta entrada va dedicada a todas las obras de arte que se han perdido a lo largo de los años y los siglos.

El origen de este pensamiento, al que creo que no le dedicamos bastante atención (salvo que nos toque algo así de cerca), viene a raíz de que llevando bastante tiempo administrando la Sherlock Holmes Wiki, me he topado varias veces con algunas piezas de las que se conoce la existencia, pero de los cuales, por alguna razón, se han perdido las copias existentes.

Y por supuesto, esto sólo sería la punta del iceberg. ¿Cuántas películas clásicas, auténticas joyas, han desaparecido? ¿Cuántas composiciones? ¿Cuántos libros? ¿Cuantos cuadros de artistas reconocidos? Obras del ser humano que pertenecen a la nada. Al no existir. A la desaparición. A la pérdida.

Y no sólo esas obras que se conocen pero que ya no están. ¿Y todas las obras perdidas? ¿Obras que se desconocía incluso la existencia? ¿Acaso no es triste saber que también se han llegado a perder? El ser humano es mortal y caduco, con un paso determinado por la vida, pero al crear arte, se pretende dejar una huella de bastante más duración. Es una pena que algunas de esas huellas se hayan hecho en la arena de la playa, donde una ola se ocupa de borrar su rastro.

Por supuesto, no todo son malas noticias. De vez en cuando van reapareciendo algunas de estas obras perdidas, o incluso, desconocidas (con el consiguiente trabajo de determinar su originalidad). Y eso está genial, pero sería mucho mejor que no hubiera llegado a desaparecer nunca.

Ese libro de relatos viejo de la estantería, ese DVD de una película mala como un dolor, ese cuadro que estaba en el altillo de la casa de la abuela en el pueblo... Todo eso puede tener un valor que ni siquiera conocemos, y como tal, nos deshacemos de ello.

Si pudiéramos viajar en el tiempo, la única acción que vería correcta sería rescatar todas esas obras antes de su pérdida (y probable destrucción).

Viviremos en el mundo de las ciencias, pero el arte sigue siendo una parte fundamental del ser humano, y hay que preservarlo del paso del tiempo. Y por supuesto, continuar creando. ¿Qué sería un mundo sin arte? Algo similar al escabroso Un mundo feliz, una imagen que me produce escalofríos. Necesitamos el arte.

Así que la próxima vez que la vieja colección de libros ocupe demasiado hueco en la estantería, o que no se sepa que hacer con ese rollo de películas antiguas que no puedes ver porque no tienes proyector, o que te de por usar como mantel ese lienzo que estaba en la casa cuando te mudaste, piénsalo un par de veces. Podrías estar ante la última obra de su especie.

Engranajes

El funcionamiento del mundo es como el de una máquina. Miles de millones de engranajes, funcionando juntos... para uno o varios entes. La máquina se ha forjado durante el número de años suficientes para que parezca que ha avanzado. Pero no avanzamos. Llevamos años en que la inteligencia del homo sapiens, que nos había permitido mejorar la vida de la gente, ha pasado simplemente a construir nuestros propios placebos. No hay más pasos hacia adelante. O es que la vida se me hace demasiado lenta. Pero si ese es el caso, y el siguiente paso va a estar mejor que nosotros, les envidio.

Porque la máquina en la que trabajamos se ha construido tan bien, tan perfecta, que tiene una tolerancia a fallos brutal. Los engranajes contribuimos a su funcionamiento cumpliendo nuestro cometido. Ese cometido hay muchos que lo viven voluntariamente, pensando que hacen lo correcto en hacer funcionar una máquina que simplemente se está aprovechando de ellos. Y si llegan a pensar, piensan que han nacido para que se aprovechen de ello. El cometido también lo podemos vivir resignados, maldiciendo que no se actuara a tiempo. Nos gustaría que la guerra hubiera acabado hace tiempo, pero nada más lejos de la realidad.

¿Pero por qué he dicho que la máquina tiene esa tolerancia a fallos? Porque está diseñada incluso para el grupo de engranajes libres, aquellos cuyo pensamiento va más allá del que puede tener un simple engranaje habituado a hacer su tarea. El diseño ha permitido que cuando un engranaje intenta luchar a contracorriente, funcionando en sentido inverso, el resto continúen operando sin que puedan percibirle. Y no es el único engranaje. Muchos a su alrededor pueden intentar girar en sentido inverso, y lo consiguen... Pero por alguna razón, eso permite a la máquina continuar funcionando. En cualquiera de los sentidos, la máquina no se inmuta y prosigue.

Los dueños de la máquina saben muy bien cómo manejarla. Conocen la debilidad de los engranajes, especialmente de los más fieles. Si deben mover un grupo de engranajes donde hay otro, se ocupan de afilarles los dientes a sus seguidores, para que estos puedan hacer daño con sus giros a los engranajes recién llegados, destrozándolos. El buen trato que puedan recibir de los engranajes nobles no logra paliar ni por asomo el efecto de destrucción de los engranajes que defienden estar donde están por derecho sin que nadie vulnere la posición de cada uno, ignorantes de que no son los recién llegados los que han pedido el traslado.

Y así funciona la máquina con todos los engranajes que osan a ser diferentes. Si alguno de los engranajes decide romper las normas previamente establecidas, también se persigue. Muchos engranajes que estaban juntos han sido eliminados de la ecuación. Y los dueños de la máquina saben cómo jugar con todos sus soldados para que esto pueda continuar.


Divide et vinces, Julio César.

Lástima que aquella frase la escucharan los jefes de la máquina y no los engranajes. La división entre los engranajes del sistema es más latente que nunca. Observo horrorizado a mi alrededor. La lucha entre engranajes. Iguales contra iguales que parecen no ponerse de acuerdo hacia dónde funcionar.

¿Qué clase de demonio pudo crear una máquina en la que la falta de coordinación entre los engranajes provoca que el sistema les funcione mejor que nunca? No creo en lo sobrenatural, pero también creo que el diablo es real. Es alguien también en apariencia engranaje, y sin embargo, ha sabido jugar muy bien la partida teniéndonos a su disposición.

Existe una caldera que representa el enfado del colectivo de  los engranajes. Esa caldera se llenó de presión durante mucho tiempo, hasta el punto en que ha empezado a desbordar. El aire a presión ha empezado a escapar por los cierres de la caldera. No es hermética... Y sin embargo, no revienta. Está llena y desbordada. Pero se sigue llenando a la misma velocidad que se va vaciando. Porque en su gran sabiduría, el jefe de los engranajes colocó una segunda caldera, para que se llenase con el enfado de sus engranajes favoritos, y evitando así el colapso al que tanto teme.

Está claro que siguiendo las reglas de la caldera la situación no va a cambiar. Las reglas están tan bien diseñadas que es imposible salirse. Hace demasiados años estamos jugando bajo las mismas normas que me hacen cuestionarme seriamente el diseño inteligente de los humanos. Puedo creer en el diseño inteligente de algunos humanos. Concretamente, de los que se han adueñado de la máquina. ¿Existen más inteligentes que ellos? Es posible. Pero ya no es un tema de inteligencia. Es de desmanipulación, y de cómo combatirla.

Sherlock - Cuarta temporada

Sherlock es de esas series que dejan huella. Llevábamos desde 2014 esperando la cuarta temporada de una serie que prometía mucho, y que ha cumplido las expectativas creadas.

Por si no es elemental, la siguiente entrada va a tener SPOILERS muy gordos. Vuelve atrás sin leer una palabra más ;)

En realidad, no hemos esperado "tanto", ya que esta cuarta temporada vio sus orígenes en el episodio especial del año pasado La novia abominable. Un episodio que nos situaría en la época del canon holmesiano, la Inglaterra Victoriana, donde vimos a unos resueltos Holmes y Watson conociéndose (una vez más) e intentando resolver el misterio de Emelia Ricoletti: una mujer que se quitó la vida, pero resucitó. ¿Casualidad? Para nada. Jim Moriarty volvió al final de la tercera temporada, y Sherlock debía resolver el caso, para lo cual usó su palacio mental e intentar resolver ese caso no concluido de 1895, mostrando un maravilloso viaje entre aquella época y la nuestra. Sherlock Holmes es, al fin y al cabo, un personaje atemporal.

Te he dicho que había SPOILERS y te acabo de destripar el episodio 4x0. ¡Que no leas más si no quieres enterarte, coño!

Volviendo al tema, eso lo tuvimos el año pasado, y poco a poco se creó expectación ante una temporada que empezó denominándose "más oscura", y que terminó bajo la premisa de "Ya no volverá a ser un juego". Y debo decir, ahora que acabo de terminar con el último episodio hace unos minutos, que no tenían razón. En parte.

Y ahora voy a darle caña a los tres episodios de esta temporada antes de irme a dormir. No voy a revisar el texto, y te lo voy a destripar. Por última vez: no sigas.

Y el 1 de enero (2 en España, cortesía de Netflix) vimos Las seis Thatchers. Un episodio devastador. Empezó realmente fuerte la temporada. Y eso que al empezar el episodio parecía que nos encontrábamos con un caso más bien similar al de El banquero ciego, un episodio desenfadado en que no veríamos nada especialmente relevante. Pero nada más lejos de la realidad. De un golpe (en el suelo), todo tiene sentido: el hombre que Sherlock busca por dedicarse a destrozar bustos de Margaret Thatcher era un miembro de A.G.R.A., el equipo de agentes de élite al que pertenecía Mary Morstan años antes de conocer a John.

La carrera por intentar salvarla no es especialmente larga, y puede recordar en parte a esos procedimentales en que se da algunos palos de ciego hasta que llega la resolución final: un culpable nunca sospechado, y una muerte menos esperada... al menos en lo que respecta al inicio de una temporada. Mary nos abandonó de pronto, de un modo tan frío que despertó la ira de mucha gente. Pero debía ser así. Algo que pareciera irreal. Me encuentro conforme con ese resultado.

¿Qué tienen los segundos episodios de temporada de Sherlock para que siempre se plantee como un relleno? Es el que está en medio, y ya sea de mejor o peor calidad (Banquero, Baskerville, Signo) siempre ha sido el episodio "de relleno". El detective mentiroso, basado muy acertadamente en El detective moribundo, nos muestra precisamente a eso: a un Sherlock en estado deplorable mientras John Watson, herido y dolido, se niega a hablar con el amigo a quien culpa de la muerte de Mary.

El episodio es realmente muy psicodélico, sumergiéndonos en la mente afectada por las drogas de un John que al fin y al cabo, sigue siendo su amigo. Aunque el aplauso especial del episodio se lo lleva la señora Hudson, porque por fin se ha hecho valer, pero el episodio nos demuestra que Sherlock es, al fin y al cabo, humano, y que comete errores que lo pueden echar todo a perder.

Sin embargo, el episodio no termina cuando "debería". Unos minutos adicionales nos trajeron la "bomba" del episodio, en más de un sentido. John, quien había cambiado de terapeuta, se encuentra con que ella resulta ser... Eurus. Eurus Holmes. La hermana secreta de Sherlock y Mycroft.

"No soy dado a fraternalismos. Acuérdese del otro", decía Mycroft al final de la tercera temporada. El otro. El otro. Sherrinford Holmes, el teórico hermano mayor de Mycroft y Sherlock (el cual nunca fue canon pero os invito a leer sus orígenes aquí). La ambigüedad del idioma inglés ("the other") tampoco especificaba que "el hermano" sería "una hermana", pero en todo momento se dejó caer que el tercer Holmes sería hombre. Pues no. Eurus, "el viento del este".

Y ya te había dicho que te iba a contar lo que pasaba. Y has leído hasta aquí. Espero en serio que me hayas hecho caso. No te quiero desvelar el final.

Y hace apenas unos momentos he disfrutado, sufrido, y varias emociones más cuyo nombre no me sé, con El problema final. ¿Declaración de intenciones para finalizar la serie? Da igual.

El episodio final de temporada es "un no parar". Sherlock ha descubierto que tiene una hermana secreta, y con ayuda de John, le prepara una trampa a Mycroft para que le hable de Eurus: una niña un año menor que Sherlock, pero que superaba a este (y aunque lo niegue, también a Mycroft) en inteligencia y manipulación, y cuyos maquiavélicos actos le costaron el encierro (y una mentira a sus padres sobre la muerte de la muchacha) en una isla perdida. Joder, qué Harry Potter les ha quedado eso. Cuando Mycroft pone en duda que Eurus se fugase de Sherrinford (guiño), el 221B es amenazado por una bomba con sensor de movimiento. Sherlock, Mycroft y John deberán ir a Sherrinford e intentar conocer el pasado de Eurus, en un juego al más estilo Saw...

Pero que no pierde la esencia de la serie. No pierde la puta esencia. Es una serie de continuidad. De evolución. De cambio. No es un The Big Bang Theory que se toman varias temporadas en producir cambios. Aquí cada episodio es un paso enorme al siguiente, y Sherlock y John han avanzado juntos hacia aquí. El todo. Mycroft lo advierte al inicio del episodio, y lo ha cumplido de forma espectacular.

No voy a especificar como termina, pero creo que ha sido el mejor cierre de ciclo. Que no de serie. Si han podido hacer todo esto, pueden hacer más temporadas. Pero ha estado a la altura, y es, sin duda, el mejor episodio de la serie, donde vemos cómo les han afectado al trío protagonista (porque Mycroft al fin y al cabo, siempre estaba ahí) ese paso a paso que han dado para ponerse a prueba.

La temporada ha sido diferente, sin duda. Pero en absoluto ha sido mala. La crítica se ha cebado, creo que injustamente, con la evolución de la serie. Y digo creo porque no veo que tengan razón. Que también puedo ser yo el fanático equivocado, pero si me pongo racional... es que tenía que ser así. No podían dirigir a este punto la serie y que se desarrollase de otra forma. Y les aplaudo.

Y toda esa gente en plan... "Es que Sherlock ahora parece James Bond". Venga, por favor. No hay cosa relacionada con la ficción policíaca o de espionaje que no tenga alguna inspiración mínima en el personaje de Sherlock Holmes. Tenéis un puto documental al respecto de toooooooodo lo que ese personaje ha supuesto como una revolución en muchos campos. ¿Nos vamos a poner ahora tan fisnos? Por favor. No lloriqueéis con que la serie no ha sido de vuestro agrado. Hay cosas más vitales en la vida que una serie. Sherlock es un placer para la vista y el oído. Por supuesto que se puede discernir, por supuesto que te puede no gustar, pero el infantilismo que ha tenido la crítica y el fenómeno fan con la serie ha estado totalmente fuera de lugar.

Y antes de irme a dormir, que ya va siendo la hora, sólo me queda esperar a poder comentar, aunque sea en algunos años, la quinta temporada de la serie.

Una ROM de Android me acaba de decepcionar



Pensaba que nunca llegaría el día. He usado Android desde hace casi 7 años, y por lo general, cada nueva actualización mejoraba la experiencia de la anterior. He manejado un número finito de versiones: 2.3 y 4.0 (en un Sony Ericsson), 4.1 (en un Sony-no Ericcson), 4.4 y 5.1 (en mi Xiaomi).

Bueno, pues resulta que he tenido que pegarme con uno de estos Xiaomi para conectarlo al PC.

No debería ser nada del otro mundo. En todos los Android que he tenido (y en algún otro que me ha tocado echar una mano) bastaba con entrar en los Ajustes, Almacenamiento, y por ahí había una opción que permitía activar o desactivar el MTP (que básicamente es lo que hace que tu ordenador reconozca el móvil como un pendrive y le puedas meter fotos, música y bolas chinas). El procedimiento para activar eso es más simple que sumar 2 y 2.

Pues ¡ay!. ¡Ay!, amigos, ¡ay!. Qué dolor tengo en mi alma. MIUI, la ROM de Android que se actualiza cada semana, que permite trastear el mayor número de opciones sin necesidad de rootearlo, que te permite un control casi completo de todo el teléfono, que se lleva por delante todas las capas de personalización de la competencia... no lo tiene.

Es casi imposible de encontrar. Por defecto, cuando conectas por primera vez el móvil a un PC, te sale siempre un mensaje emergente que permite activar o desactivar el MTP. Pues los señores MIUI decidieron que, una vez desactivado por primera vez, ya no volvería a aparecer la opción para activarlo de nuevo. ¡Qué visionarios!

Pero insisto. Es un ecosistema Android. Debería haber alguna forma de solucionar un error tan grave (y este problema, pasándole a mucha gente, parece que no lo arreglan en ninguna actualización, manda cojones). Pero haberlas, haylas... O eso parecía.

Se supone que cierta app de la Play Store permite acceder a este menú... Pues no. No me lo permitió. Igualmente hay otra app que permite crear "atajos", y se le puede indicar la ruta del modo "Conexión USB a ordenador"... Pero tampoco ha funcionado.

Y mientras espero que algún buena fe me responda en el foro de Xiaomi a ver qué puedo hacer, me vengo aquí para maldecir que de todas las opciones posibles que podían faltarle a MIUI, ha tenido que ser precisamente esa. ¿Por qué? ¿Por qué tanto odio, por qué?

Borde

(iba a poner también al Sherlock de la BBC, pero no soy capaz de plasmar sus rizos en el Paint)

Por algún motivo, tengo cierta fijación en los personajes ficticios que podrían clasificarse bajo la etiqueta de "bordes". Sin filtro alguno, soltando groserías, sin que (por norma general) ese comportamiento contraproducente les acaree algún problema en sus vidas. Forma parte de ellos, y la gente a su alrededor ha parecido aceptarlos como una verdad ineludible.

House, Sherlock Holmes, Sheldon Cooper... son muchos los ejemplos que podría citar de "bordes carismáticos", pues no podríamos tolerar a alguien así en nuestro día a día, pero disfrutamos viéndolos en pantalla. Y sin embargo, al menos en mi caso, me puedo llegar a sentir cautivado por poder vivir de esa forma.

Dejando de lado que en mi cerebro no tengo un equipo de guionistas tan bueno como para soltar los cortes que estos personajes sueltan en cada episodio, no es la primera vez que pienso que estaría bien poder vivir así...

Me toparía con un problema: todos son los ases en su campo. ¿Esperaron a tener renombre para ser bordes? ¿O es algo que les ha acompañado desde el principio? ¿La experiencia puede llegar a amargarte de esa forma? ¿Puede acaso buscarse esa personalidad y entrenarla?

Pero retomándolo, esa vida de borderías lleva algo implícito: la soledad que suele acompañarles. Y sin embargo, en esa ficción, resulta que pinta bien incluso. Se puede llevar una vida a base de zasquear a la gente y aislado del calor humano de los demás. Una posición cómoda, desde la cual es más difícil llevarse palos emocionales. Pensándolo fríamente, sería una opción de vida muy válida para vivir sin problemas.

Pensándolo congeladamente, en cuanto eres un poco listo te das cuenta de que esa felicidad en la que viven apenas es real. Es un autoengaño. Quizá un autoengaño consciente que provoca el círculo entre ser borde y vivir engañado y jodido.

Y no son pocas las veces que uno ha pensado en tener ese tipo de comportamiento... a modo puntual. Hay gente con la que he hablado, y entre líneas (imaginarias) he leído que querían una humillación verbal contundente. Pero el respeto, o la cobardía, me lo han impedido. Lástima. No puedo alegrarme por ello. Quería hacerlo, y no fue así.

¿Podría existir un término medio? ¿Una forma de mantener cerca a la gente, mientras que con los idiotas* con los que nos encontramos podamos quedarnos a gusto con una buena grosería? ¿O quizá la bordería es algo tan adictivo que dejaríamos de discernir y acabar como esos personajes, alejando a la gente que nos importa, y entrando en ese bucle infinito?

Desintoxicación mediática


Y es que hay que cuidarse, coño. Relajarse, intentar no darle vueltas a la cabeza... palabras que suenan muy bonitas, pero a mínimo que estés un poco rodeado de noticias, resulta imposible.

Yo antes tenía la coña de llamar a las noticias como las habituales, porque muchas veces parecen todas lo mismo un día tras otro, como un cuento inacabado, como la única frase que todo el mundo recuerda de El Quijote, como ver cuadros cubistas... Una y otra vez lo mismo.

Pero ya no. Ahora más bien me dan ganas de llamarlas depresivos naturales. Porque es leerlas, o escucharlas, y darse cuenta uno de la mierda de mundo en que hemos tenido la desgracia de aparecer, de qué personas son las que establecen las normas del juego. Y yo, que me enciendo rápido, leer las noticias cada día suponía sufrimiento, enfado, y un aumento de la misantropía que desbordaba los gráficos.

Si a eso le añadimos la mermada credibilidad de las noticias, que cada uno te las pinta como le da la gana (o ni siquiera te lo cuentan), y resulta que al final sólo te puedes creer el resultado de los partidos de fútbol, uno termina hasta la punta del nabo.

De forma que, desoyendo la frase de que "Hay que estar informado", voy a renunciar durante un tiempo a enterarme de las cosas. Se acabó eso de meterse a ver noticias por internet, de hacer clic en los post de Facebook, o de seguir a medios de comunicación en Twitter. Necesito desintoxicarme de toda esa mierda.

Sé que no se puede huir. Siempre te terminas enterando de cosas. Pero voy a hacer por no mojarme, por no opinar, por limitarme a hacer scroll o cambiar de tema. Quiero estar tranquilo por un tiempo.

Resulta paradójico, pues me estuve planteando hacer un post semanal, cada lunes, del tipo: Noticias que me tocaron los cojones la semana pasada, e ir haciendo "recap" de todo aquello que aumentaba mis niveles de bilis over 9000. Pero es un proyecto que va a tener que esperar. Necesito un poco de paz y tranquilidad estos días.

No voy a olvidar mis principios, ni las causas que están pendientes de ser ganadas, pero necesito un poco de distancia. La sensación de impotencia ante un mundo en que, por más que se lucha, nada parece cambiar, puede ser terrible. Y no tengo edad para que me empiecen a salir canas por estos temas.

Empieza un periodo, espero, de tranquilidad, aunque sea por un tiempo.

Año nuevo, propósitos nuevos (o algo)


¡Felikis Año Nuevo! Desde luego la cosa promete empezando con chistes de mierda como ese.

Otro año que espero publicar de seguido, porque como sea como el anterior, voy a tener que pagar un mantenimiento adicional para limpiar el polvo y las telarañas de vez en cuando. Porque soy así, de publicar cuando me apetece. Al fin y al cabo, no gano dinero con este blog (y ganarlo lo convertiría en un trabajo, y perdería el 90% del encanto que tiene ahora, por la parte que me toca).

Y para entrar en este nuevo año, tengo un par de propósitos:

1. Dejar de hablar de política. Estoy muy quemado con este tema y me quemo más hablando de él. Se acabó. Ya lo dije todo con el resultado de las últimas elecciones generales. Así que pasando en moto.

2. No hacer reto de lectura. Voy a seguir leyendo y reseñando las obras. Pero no voy a marcar un objetivo de X libros al año porque al final siempre voy apurado, y me termina pasando como con lo de publicar: cuando lo haces más por obligación que por ocio pierde la gracia y vas más despacio. Podéis seguirme en Goodreads si gustáis.


Por lo demás, voy a continuar como siempre. Estoy pensando en hacerle un lavado de cara al blog, de nuevo (que más que lavados es pasarlo por la consulta de un cirujano plástico) y continuar publicando entradas de esas ligeras para acompañar de un café...

—Qué malo eres, amargarnos el café con tus entradas.

Quizá retome retome algunas cosas sobre las que no escribo hace mucho, como anécdotas, o poesía, o comentar alguna película más. O simplemente, sentarme ante el teclado para reflexionar sobre la vida que es muy dura.

(y si a los youtubers les funciona eso de intercalar frases en off como si alguien hablara con ellos, yo también puedo hacerlo)

Y por supuesto, continuar con las historias que tengo entre manos. Y si las musas acompañan, empezar alguna más. Todo se andará. Que el año es muy largo como para tenerlo todo programado.

Por cierto, muchas gracias, porque el diciembre pasado ha sido el mes más visitado desde el origen del blog 😃 (batiendo el récord que ostentaba precisamente diciembre de 2015).